jueves, 24 de octubre de 2013

Potaje conventual de las Batuecas

Como sabéis, sobre todo si habéis leído mi libro Montañas de Castilla y León 
las Batuecas es un angosto valle, cercado por escarpes y de difícil acceso, en los últimos confines de la provincia de Salamanca, en el límite meridional con la de Cáceres. Dotado de un particular microclima y con abundancia de aguas, tras muchos avatares de la historia, en este paradisíaco y remoto lugar se estableció la Orden del Carmelo a finales del siglo XVI, construyendo el convento y aposentos para eremitas, tal y como han llegado hasta nuestros días, con el nombre de Santo Desierto de San José de las Batuecas.
Está claro que los monjes que allí residen en la actualidad buscan a Dios en medio del silencio y la belleza de ese fascinante paraje y para ello se sirven de alguna que otra receta culiniaria que ayuda en esa búsqueda. Esta del potaje conventual hemos comprobado que, efectivamente, te aproxima a la divinidad.
Por su simpática redacción y con el debido respeto a sus autores, nos permitimos su transcripción:   

"Las verduras y las legumbres son parte indispensable en nuestra mesa. Durante el invierno, una vez a la semana, este sencillo potaje aparece en nuestro refectorio haciendo las delicias de frailes y huéspedes. Cuando nuestro padre provincial nos visita en invierno le solemos obsequiar con este plato, al que añadimos en honor de su fraterna visita algo de espinacas y bacalao al final de la cocción. ¡¡¡¡¡Le dan un excelente sabor al potaje!!!!!
                                50 gr. de garbanzos por persona
                                1 cebolla grande y 1 pequeña
                                2 hojitas de laurel
                                1 ajo
                                Medio repollo pequeño
                                3 puerros
                                6 zanahorias grandecitas
                                Pimentón
                                Harina
                               1 vaso -de los de vino- de vino blanco
                               Perejil
Se dejan los garbanzos en remojo durante la noche. Cuando se vayan a hacer se les escurre el agua y se les añaden la cebolla pequeña  pelada y cortada en dos cascos, dos o tres dientes de ajo sin pelar, las zanahorias peladas y cortadas en trozos, los puerros pelados y cortados y el repollo bien lavado y cortado en trozos más bien finitos. Se le echan cuatro pastillas de caldo de carne o de pollo, o si se dispone de algún hueso de jamón. Se echa agua dos o tres dedos por encima de los garbanzos y se pone a hervir (en la olla a presión 20 minutos desde el momento en que la válvula empieza a girar).
Mientras tanto se corta la otra cebolla en trozos más bien pequeños, se pone a pochar. Antes de que se poche se le añaden 4 dientes de ajos, se refríen junto con la cebolla unos cuatro minutos y se le añade el vino blanco, que se deja hervir otros cinco minutos. Se le añaden entonces dos cucharadas soperas bien colmadas de harina, se le da unas vueltas y se mezcla con dos cucharones de agua de hervir los garbanzos. Se deja hervir esta pasta unos cuatro minutos y se añade a los garbanzos removiendo bien. Se añade en este momento el perejil a gusto. Se deja hervir unos diez minutos y ya está listo.

Trucos:  Solemos hacer los garbanzos en día anterior a comerlos, pues aumenta el sabor de éstos. Si se les quiere echar la espinaca y el bacalao, se le añaden una vez abierta la olla a presión y antes de echar la pasta de cebolla y harina, y se deja cocer todo junto unos 15 minutos. Si gusta el picante se le puede poner al potaje una o dos guindillas ¡¡¡Ya verás la diferencia!!!"

No hay comentarios:

Publicar un comentario